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Opinión | La bondad sospechosa de la pobreza

  • Foto del escritor: Redacción NotiPobres
    Redacción NotiPobres
  • 12 sept
  • 2 Min. de lectura
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Resulta curioso, y al mismo tiempo perverso, cómo la cultura popular ha moldeado una imagen contradictoria de la pobreza. Se nos dice que la persona pobre es, por naturaleza, buena, generosa, incapaz de la maldad. Pero al mismo tiempo se nos inocula la idea de que el pobre es sospechoso, desordenado, flojo o propenso al delito. Esta doble mirada no es ingenua: ha sido fabricada y sostenida por los medios de comunicación.

Basta recordar un producto televisivo profundamente arraigado en la memoria colectiva: El Chavo del 8. Ese niño que, desde un barril, representa la inocencia de la carencia, pero también la caricatura de la pobreza como estado permanente. La narrativa no permite que el personaje crezca ni transforme su destino; lo encierra en el ciclo del chiste y la ternura. Así, la pobreza se convierte en entretenimiento, en costumbre, en paisaje que ya no indigna.

No se trata únicamente de comedia. En el cine, las telenovelas y los noticiarios se repite la misma lógica: el pobre como estereotipo, como recurso dramático. Si es protagonista, se le pinta noble y resignado; si es antagonista, se le vincula con la delincuencia. Y en la vida real, esta representación se traduce en vigilancia en los centros comerciales, en desconfianza laboral, en prejuicios que justifican exclusiones cotidianas.

Este mecanismo tiene un efecto político: domestica la rabia y desactiva la exigencia. Al pobre se le invita a aceptar su condición con humildad porque “lo importante no es el dinero, sino ser buena gente”. Se le premia moralmente para que no cuestione estructuralmente. Y cuando no se ajusta al estereotipo de bondad, se le condena sin matices.

La responsabilidad de esta distorsión recae en los medios masivos. Durante décadas han reducido la pobreza a un personaje, negándole su carácter de sujeto político. En lugar de mostrar el entramado de desigualdades que la producen, prefieren contar historias que arrancan lágrimas o risas fáciles. Se construye así un círculo perfecto: la pobreza se vuelve paisaje, la desigualdad se vuelve costumbre, la injusticia se vuelve espectáculo.

En NotiPobres creemos que es necesario romper con esa mirada. La pobreza no es un destino individual ni una virtud moral, es la consecuencia de estructuras sociales y políticas que reproducen la desigualdad. No se trata de venerar al pobre por su supuesta bondad, ni de estigmatizarlo por la desconfianza. Se trata de reconocer su derecho a vivir con dignidad.

Porque mientras sigamos aceptando la caricatura, seguiremos condenados a mirar el mundo desde un barril.

Raúl Méndez Velázquez

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