La columna reflexiona sobre cómo los medios de comunicación han construido una imagen contradictoria de la pobreza: por un lado, la exaltan como símbolo de bondad y resignación; por el otro, la marcan con desconfianza y sospecha. Desde programas como El Chavo del 8 hasta el cine y las telenovelas, se han reforzado estereotipos que convierten la pobreza en caricatura, espectáculo y costumbre. El texto llama a romper con esa narrativa y a reconocer la pobreza como consecuencia